Eranse unos inocentes -Adolfo ktm, Lapeiro, R1, Norris, kiler-bike, Racing BCN- que campando por el bosque de un conocido bandolero, cuya leyenda no es de menospreciar, iban con sus bicicletas retándolo con canciones provocadoras. Y sube que te sube entre castaños inmensos recogieron lo que habían sembrado por el camino, un pinchazo tras otro y una rotura de cambio se llevaron de recuerdo.
La ruta empezó con una subida tendida con plato mediano, aperitivo de lo que los 100 kilómetros restantes les iban a deparar. Después de los primeros kilómetros de calentamiento vino la tan esperada bajada con increíbles vistas sobre el pantano de Sau para encontrarse poco después con una rama en el camino esperándolos para meterse entre los radios de su bici, para aliñar la excursión con tintes de aventura. La incertidumbre se cebó en el grupo y pinchazo tras pinchado, admirando robles y valles interminables, encararon la enésima subida hasta la Mare de Deu del Coll mirando hacia atrás, perseguidos por el cabreado bandolero en forma de truenos salidos de una tormenta que amenazaba aguar sus ilusiones.
A salvo en el hostal del Coll buscaron soluciones para cambiar la montura maltrecha y cábalas para aplacar las iras del bandolero. Adolfo hizo sus ofrendas a los dioses con orujo y firmó la paz con un rezo en la iglesia, un cirio colocado por kiler acabó por aplacar las iras del Serrallonga. Las nubes desaparecieron para dejarles admirar una increíble vista sobre el pantano de Susqueda. Reparados los pinchazos partieron raudos por una bonita bajada en busca del rescatador que milagrosamente encontraron, bueno, persiguieron, por el fecundo poblado de Osor. Mención especial a las alubias que acompañaron la comida que provocaron la banda sonora del resto de la aventura, y también a la pegajosa y bonita yegua que les quiso acompañar.
La esperanza volvió al grupo y dale que te pego con las subidas que se sucedían sin compasión llegaron al segundo puesto de control, una cantina/taberna en medio de la nada, llamada del Sobirà, pareció que era el último repecho de la jornada, pero el camino de Joan de Serralonga no da tregua alguna a los intrépidos bikers que se atreven a cruzar sus caminos y sube que te sube empezó a cobrarse a los primeros desfallecidos, esos que felices de no perderse en el bosque lo hicieron en su primer destino. Sant Hilari de Sacalm los recibió con un himno inquietante de Dark Funeral -The Arrival of Santan Empire-, desorientados por la civilización moderna dieron vueltas hasta dar con el control de paso. Ya en la posada, ducha, cera y copas.
Contentos por haber superado la primera y dura etapa, los bikers pintaron en sus mentes un segundo tramo fácil y repleto de bajadas. Una vez más tuvieron en cuenta la trampas del bandolero. Confundidos a veces por su road book discutían en cada cruce y no entendían cuando el libro de ruta anunciaba tramo llano y se encontraban con rampas del cagar. -Ahora viene la bajada- anunciaba uno de los incautos, pero otra trampa en forma de subidón les esperaba. La primera foto, rodeados de abetos en unas cabañas colgantes anunció la primera bajada de verdad que los llevó a Espinalves con plácido tramo hasta Viladrau donde repusieron fuerzas.
Los kilómetros parecían no pasar, pero la ruta mejoró en diversión. Bonitos senderos rodeados de agua que no paraba de brotar de innumerables manantiales sumados a los cientos de charcos provocados por las lluvias se alternaban con subidas exigentes hasta llegar a un paraje teñido de rojo debido a su naturaleza arcillosa donde uno de ellos probó la dureza del terreno. El golpe recordó el cansancio acumulado y los rasguños se sumaron al resto de marcas de la ruta en forma de arañazos de zarzas y rojeces debidas a las ortigas que flanqueaban el paso de los intrépidos. No querías naturaleza? pues toma dos tazas!.
El paisaje había cambiado, atrás quedaban los abedules, los castaños y los robles. Ahora los pinos y abetos dominaban la vista que incluso descubrió algunos prados. Junto a uno de ellos kiler con cara pálida se acercó a una Masia para mendigar un poco de agua, de esa guisa iban estos bikers, con el cuerpo atropellado, las ilusiones marchitas, sin azúcar en la sangre y con un ojo puesto en el cuenta kilómetros que parecía averiado. -¿Cuánto queda?- era su frase preferida.
Las rampas se suavizaron y Vilanova de Sau, ante sala de la llegada, apareció entre la bruma. Desorientados, nuestros bikers, se abalanzaron sobre la fuente del pueblo, manantial resucitador que les dio fuerzas para sellar su último control de paso e iniciar la dura bajada hasta el anhelado camping con las cadenas de la transmisión que parecían grillos.
CICLOPATAS FINISHERS
La ruta empezó con una subida tendida con plato mediano, aperitivo de lo que los 100 kilómetros restantes les iban a deparar. Después de los primeros kilómetros de calentamiento vino la tan esperada bajada con increíbles vistas sobre el pantano de Sau para encontrarse poco después con una rama en el camino esperándolos para meterse entre los radios de su bici, para aliñar la excursión con tintes de aventura. La incertidumbre se cebó en el grupo y pinchazo tras pinchado, admirando robles y valles interminables, encararon la enésima subida hasta la Mare de Deu del Coll mirando hacia atrás, perseguidos por el cabreado bandolero en forma de truenos salidos de una tormenta que amenazaba aguar sus ilusiones.
A salvo en el hostal del Coll buscaron soluciones para cambiar la montura maltrecha y cábalas para aplacar las iras del bandolero. Adolfo hizo sus ofrendas a los dioses con orujo y firmó la paz con un rezo en la iglesia, un cirio colocado por kiler acabó por aplacar las iras del Serrallonga. Las nubes desaparecieron para dejarles admirar una increíble vista sobre el pantano de Susqueda. Reparados los pinchazos partieron raudos por una bonita bajada en busca del rescatador que milagrosamente encontraron, bueno, persiguieron, por el fecundo poblado de Osor. Mención especial a las alubias que acompañaron la comida que provocaron la banda sonora del resto de la aventura, y también a la pegajosa y bonita yegua que les quiso acompañar.
La esperanza volvió al grupo y dale que te pego con las subidas que se sucedían sin compasión llegaron al segundo puesto de control, una cantina/taberna en medio de la nada, llamada del Sobirà, pareció que era el último repecho de la jornada, pero el camino de Joan de Serralonga no da tregua alguna a los intrépidos bikers que se atreven a cruzar sus caminos y sube que te sube empezó a cobrarse a los primeros desfallecidos, esos que felices de no perderse en el bosque lo hicieron en su primer destino. Sant Hilari de Sacalm los recibió con un himno inquietante de Dark Funeral -The Arrival of Santan Empire-, desorientados por la civilización moderna dieron vueltas hasta dar con el control de paso. Ya en la posada, ducha, cera y copas.
Contentos por haber superado la primera y dura etapa, los bikers pintaron en sus mentes un segundo tramo fácil y repleto de bajadas. Una vez más tuvieron en cuenta la trampas del bandolero. Confundidos a veces por su road book discutían en cada cruce y no entendían cuando el libro de ruta anunciaba tramo llano y se encontraban con rampas del cagar. -Ahora viene la bajada- anunciaba uno de los incautos, pero otra trampa en forma de subidón les esperaba. La primera foto, rodeados de abetos en unas cabañas colgantes anunció la primera bajada de verdad que los llevó a Espinalves con plácido tramo hasta Viladrau donde repusieron fuerzas.
Los kilómetros parecían no pasar, pero la ruta mejoró en diversión. Bonitos senderos rodeados de agua que no paraba de brotar de innumerables manantiales sumados a los cientos de charcos provocados por las lluvias se alternaban con subidas exigentes hasta llegar a un paraje teñido de rojo debido a su naturaleza arcillosa donde uno de ellos probó la dureza del terreno. El golpe recordó el cansancio acumulado y los rasguños se sumaron al resto de marcas de la ruta en forma de arañazos de zarzas y rojeces debidas a las ortigas que flanqueaban el paso de los intrépidos. No querías naturaleza? pues toma dos tazas!.
El paisaje había cambiado, atrás quedaban los abedules, los castaños y los robles. Ahora los pinos y abetos dominaban la vista que incluso descubrió algunos prados. Junto a uno de ellos kiler con cara pálida se acercó a una Masia para mendigar un poco de agua, de esa guisa iban estos bikers, con el cuerpo atropellado, las ilusiones marchitas, sin azúcar en la sangre y con un ojo puesto en el cuenta kilómetros que parecía averiado. -¿Cuánto queda?- era su frase preferida.
Las rampas se suavizaron y Vilanova de Sau, ante sala de la llegada, apareció entre la bruma. Desorientados, nuestros bikers, se abalanzaron sobre la fuente del pueblo, manantial resucitador que les dio fuerzas para sellar su último control de paso e iniciar la dura bajada hasta el anhelado camping con las cadenas de la transmisión que parecían grillos.
Mareados, recibieron con regocijo las ofrendas de unos mesoneros algo lentos. Bocata calentito y mucha cerveza para sellar la hazaña. Pedals d'en Serrallonaga completada. Recogida de maillot y de vuelta al mundo conocido, lejos de la inmensidad de aquella brutal naturaleza y alejados del espíritu del bandolero que los vigiló en todo su periplo.
CRONICA BY RACING-BCN
FOTOS BY CICLOPATAS
DIA 1:
55 KMS
5,19 TIEMPO
1796 MTS DESNIVEL
DIA 2:
59 KMS
5,02 TIEMPO
1276 MTS DESNIVEL
LAPIERO |
R1 2003 |
ADOLFO-KTM |
KILER-BIKE |
RACING-BCN |
NORRIS |
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