El pasado año ya hicimos una primera incursión con la flaca
en los Pirineos franceses para subir el emblemático Tourmalet. Este año había
quien deseaba ir a los Alpes, pero finalmente decidimos que los Pirineos tienen
mucho juego y quedan más cerca de casa, con lo que Manolo se puso en busca de
una ruta digna a nuestras escasas piernas y a la belleza de un puerto algo
exigente.
La decisión fue salir de Ax-les-Thermes subir el Col du
Pradel e ir a buscar más adelante la subida dura del Col de Pailheres. Y aunque
el día empezó algo fresco y con alguna nube, pronto se despejó y apareció el
verano a pleno rendimiento.
Solo salir de Ax-les-Thermes empieza la subida, suave y muy
llevadera en 5 kilómetros hasta encontrar un desvío al puerto de Pradel, son
solo 7 Km, no son muchos, pero el puerto tiene sus dificultades, la primera dificultad
es el asfalto roto, casi grava, el siguiente son las pocas y cortas zonas con
el 12 y 14% de desnivel, que para globeros como nosotros nos quedan algo
justas.
Coronamos todos sin problemas y empezamos una larga bajada,
primero por el mismo tipo de asfalto, repleto de grava peligrosa por resbaladiza
y luego por un interminable y agradable falso llano en bajada pasando por los
pueblos más cutres de Francia en un valle olvidado hasta encontrar un poco de
civilización y tomar una carretera algo más transitada donde empieza otro largo
falso llano pero esta vez de subida.
La grupeta, formada por Norris, Manolo, Carles, Víctor, Marc
y Racing, avanza a ritmo alegre, con las piernas aún intactas, pero el falso
llano no termina nunca, nos paramos en un semáforo y nos damos cuenta que la
rueda trasera de Norris tiene un bulto, desmontamos pero nos damos cuenta que
es la cubierta que está en mal estado, seguimos aunque temiendo lo peor y
aunque todo el mundo va concentrado en el pedaleo el esfuerzo empieza a pasar
factura y al ver una gasolinera abierta, cerca de Usson, todo el mundo se lanza a por algo de bebida.
Allí vemos que el neumático de Norris está en las últimas,
se ha acabado de romper, deshilachado, y la cámara ya empieza a asomarse con lo
que en este estado no hay forma de continuar. Hacemos planes para terminar la
ruta y volver a recogerlo en un coche, nos hidratamos hasta que el dueño de la
gasolinera aparece con un neumático, ha revuelto el almacén hasta que ha dado
con un Michelin de la Segunda Guerra Mundial, por lo menos, pero que bien servirá
para terminar la ruta.
Pocos kilómetros después, con el sol de mediodía a pleno
pulmón, empezamos la subida de 15 Km del Col de Pailheres, sabíamos que era
duro, pero no cuánto. Una subida que
varía entre el 7% en pocos tramos y un 9% en su mayoría constante y sin
descansos. Cada uno toma su ritmo en función de sus piernas y aunque Manolo y
Marc van sobrados el resto debemos centrarnos en cada metro de carretera, con
sus curvas en herradura y sus largas rectas en empinada subida.
Todos vamos avanzando, cumpliendo aquello que veníamos a
hacer, pedalear para vencer a un coloso HC (Fuera de categoría) del Tour de
Francia, a excepción de Norris, que una vez más se deja vencer por el lado
maléfico que tiene este tipo de retos, y acaba bajándose de la bici para
caminar buena parte del recorrido.
Arriba lo esperamos todos, junto a una manada de caballos
que no nos dejan tranquilos, para inmortalizar con fotos el estado patético en
el cual llega Norris.
Por suerte, el resto de la ruta es todo en bajada, una
delicia que solo ensucia en parte el mal estado del asfalto en una parte del
trayecto que provocan que mi sillín se acabe por soltar, por suerte paro a
tiempo y con un apretón de tuercas se resuelve.
Salieron solo 110 Km con 2.500 metros de desnivel positivo
con una velocidad media para reírse, pero fue un placer volver a subir uno de
estos colosos con casi 1.500 metros de desnivel ganados de una tacada.
Todos estamos más o menos acostumbrados a la bici de
carretera, pero hay que resaltar que Víctor era su primera experiencia en este
tipo de ciclismo, tras solo un pequeño bautizo hace unas semanas, y lo hizo sin
desfallecer, eso sí, se tomó nosecuantos geles por si acaso.
En la gasolinera de Usson charlamos con unos franceses con
bicis cargadas de alforjas con un peso inhumano, ellos nos dijeron que la
subida al Pailheres no la olvidaríamos, Norris seguro que no lo va hacer.
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