De esta manera nos presentamos el sábado día 1, a las 7 en el Polideportivo de Premià de Mar, Roger, Xavi, Adolfo, Herman y Víctor y juntos nos desplazamos a Cardona. Punto de inicio y final de nuestra ruta. Allí nos esperaba Carles, puntual, para dar inicio al recorrido. A las 8.30 Silvia Rovira, autora de la ruta y encargada de que todo transcurriera de la mejor manera, y que nos llevaría nuestras bolsas hasta la Masía donde pasaríamos la noche, nos esperaba para un breve briefing. Enseguida nos dirigimos al bar más cercano para desayunar, ya que necesitaríamos reservas para afrontar el primer día de ruta.
Por el camino no hay poblaciones de más de 10 habitantes…, todo son granjas de cerdos, vacas y sembrados. En más de una ocasión, el track nos hace pisar suelo sembrado y tememos por que algún payés comience a practicar tiro al pichón con nuestros cascos.
El recorrido, una vez pasado el pueblo de Gargallà, se mantiene siempre cercano a la Riera del mismo nombre, que cruzamos varias veces y dejamos para ir acercándonos a Pegueroles, en un constante ascenso. A partir de allí, un sube y baja que nos vuelve a acercar a la Riera de Gargallà, y donde una vez cruzada la carretera comenzamos otra vez a subir para dirigirnos a Sant Feliu de LLuelles y que una vez atravesado comienza una entretenida bajada que nos permite descansar un poco las piernas.
Los caminos por los que transcurrimos no presentan dificultad técnica, y sólo tenemos que ir evitando partes llenas de barro que nos van cubriendo de a poco de una homogénea masa fangosa. El ritmo es bastante alegre, y no tenemos que hacer paradas largas para esperar, dado que venimos bastante agrupados. Herman va mostrando que tiene reservas más que suficientes y en los repechones vemos como despega y los remonta sin rechistar. Aprovechando un pinchazo de Adolfo, nos ponemos a hacer cuenta de unas barritas, rápida reparación y continuamos ruta.
Una vez concluida la bajada, comienza una fuerte subida, que nos hace apretar los dientes, e incluso bajar el pie al suelo en algún punto. Por suerte risas no faltan, y vamos ganando altura rápidamente. Arriba, comienza un llaneo que nos va dejando respirar un poco y entre campos sembrados vamos ganando unos cuantos kilómetros. A partir de aquí el paisaje se va diversificando un poco, más granjas pero con campo abierto y los primeros riscos aparecen en escena. Luego nos toca bajar hasta el río Aigua D’ora, teniendo siempre a la vista los riscos de la sierra de Busa, una imagen imponente que nos da fuerzas para el último tramo, hasta llegar al monasterio de Sant Pere de Graudescales. Una preciosa iglesia románica en plena sierra de Busa.
Tras dejar el monasterio atrás, hacemos el último trayecto hasta llegar a la Masía El Pujol, con un poco de prisa pues la hora se nos echaba encima y ansiábamos tanto unas heladísimas cervezas con algo para comer que no hubo tiempo de nada más. El recibimiento fue muy cordial por parte del establecimiento, y rápidamente nos rehidratamos y reponemos de los 1.500 metros de desnivel positivo acumulado. El grupo llega entero y con fuerzas, esta vez creo que no hubo muchas quejas sobre la ruta, porque esperábamos un segundo día más duro, a pesar de ello fue una salida con buenas dosis de exigencia y más de lo que acostumbramos hacer cada domingo. La masía El Pujol se encuentra en el municipio Navès, lugar donde se erige el monumento a Guifré el Pilós, conmemorando la batalla contra tropas musulmanas de Llop Ibn Muhammad.
Día 2: Para el segundo día éramos totalmente conscientes de que nos esperaba un inicio muy duro, con unas fuertes y constantes pendientes, pero también sabíamos que la recompensa en forma de increíbles vistas estaba también a la altura. Luego de un rápido desayuno, dejamos atrás la masía, para sin pérdida de tiempo comenzar el fuerte ascenso a la sierra de Busa. Pendientes de 18 y 20% eran lo habitual, pero no se oía ninguna queja. Herman tiraba del grupo, a buen ritmo, el resto a corta distancia seguíamos. Roger, viejo lobo, sube incansable. Xavi, siempre tiene piernas para remontar repechones, aunque luego se queje un poco y nos alegre la salida con sus comentarios sobre la ruta. Carles después de un largo período de inactividad, venía repuesto como si nada. Adolfo, como es habitual en él, guardándose para dar el hachazo al final… Luego de un buen rato subiendo empezamos a ver la metamorfosis del paisaje, salimos del bosque y unas verdes praderas nos van dejando ver el imponente paisaje que nos espera.
Se acaban las quejas, esto vale los kilómetros que tenemos encima. Xavi sólo se queja de que no hay algún corriol para que su bici se sienta como en casa. Poco le dura el descontento, luego de pasar por el Pla de Busa, nos internamos en unos largos senderos que nos llevarán hasta la Prisión de Capolatell, donde nos quedamos todos con la boca abierta debido al espectacular paisaje que tenemos delante. Desde ese punto podemos ver, gracias al día espléndido, todo el Pirineo Catalán, el pantano de la Llosa de Cavall, Sant Llorens de Morunys.
La prisión de Capolatell debe su nombre a que servía como prisión de los soldados napoleónicos, donde se dejaba a los reos y se quitaba la pasarela que la une a la sierra de Busa, quedando así aislados y sin comida. El último kilómetro hasta la prisión no es ciclable, por lo que dejamos las bicis y hacemos el último tramo caminando, y después de unas fotos reemprendemos el regreso a Cardona, a sabiendas de que nos queda la parte más relajada de la ruta. A pesar de eso, hay algunos signos de fatiga, y los geles y gominolas hacen acto de presencia. Último ascenso por cerretera, y nos queda la larguísima bajada desde los 1.300 mts. Hasta los 400 y poco de Cardona. A pesar del cansancio, habíamos entendido que serían otros mil quinientos metros de desnivel positivo, y sólo llevábamos mil, así que esperábamos alguna sorpresa, que finalmente no llegó.
Al cabo de un rato ya teníamos fuerzas para reírnos, y enseguida vislumbramos la imagen del castillo de Cardona al fondo, por lo que supimos que esto estaba hecho. Silvia, organizó una impecable ruta, y nos esperaba para darnos un lugar donde ducharnos y adecentarnos, junto a un refrigerio que nos supo a gloria. Personalmente después de este tipo de salidas, en el que compartimos ruta, charlas, risas y en el que disfruto de unos buenos amigos, no hago más que esperar la próxima. Todos esperamos poder volver a contar con la presencia de Herman en una de nuestras salidas, y poder mostrarle nuestro jardín. En total, según mi GPS, fueron dos rutas de 45 kilómetros cada una, con: 1.500 m+ acumulados y 4 horas de pedaleo en el día 1 1.000 m+ acumulados y 3 horas 20’ de pedaleo en el día 2
Todas las fotos: https://goo.gl/photos/2A15gkGnQFnFCNp48
Más fotos: https://goo.gl/photos/Ud5EzYTVa1dCSR889
Víctor
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