Finalmente solo somos 4 ciclópatas los que nos atrevemos.
Adolfo, Quique, Norris y Racing iniciamos el recorrido con algo de retraso
debido a un pinchazo tempranero de Adolfo que por suerte logra solucionar. A
ritmo tranquilo nos acercamos a Dosrius para subir hasta Can Bordoi y luego
bajar a Llinars del Valles donde tomamos la C-35 hasta la entrada de Sant
Celoni.
Allí giramos a la izquierda dirección Santa María y Sant
Esteve de Palautordera. Son tramos casi llanos donde aún dura las ganas de
conversar y lo hacemos tranquilamente. Justo al atravesar el río Tordera empiezan los 16 Km de subida.
Ahí es donde los menos avezados en el ciclismo de carretera empiezan a
entenderlo pues los piñones se acaban rápido.
Aunque no es un puerto muy exigente, la pendiente es
constante en casi todo el recorrido, con algún pico del 10% que son solo
repechones pues la mayor parte de la subida discurre por pendientes del 6-7%
mucho más llevaderas. Norris se queda
atrás llevando su ritmo, el resto empezamos juntos aunque a mitad de subida
Quique va cómodo y se adelanta mientras que Adolfo le cuesta encontrar su ritmo
y se atranca en algún tramo.
El recorrido a mí me gusta mucho, divisando las cimas del
Montseny y a medida que vamos subiendo el tráfico es testimonial por lo que aún
se disfruta más. Divisamos el restaurante que hay justo arriba y parece pan comido
pero no, parece que a cada curva nos alejemos un poco más, hasta que de pronto
cuando lo volvemos a ver estamos a 100 metros.
Quique llega primero y Adolfo y yo lo hacemos 8 minutos
después y nos vamos directos a la terraza del restaurante, hoy soleada y con
buena temperatura, mientras esperamos a Norris que llega un poco más tarde. Hacemos
un buen avituallamiento y a las 12h en punto iniciamos el camino de regreso. La
bajada es larga y para disfrutarla pero al llegar a Sant Esteve de Palautordera
nos encontramos un montón de gente paseando y en un paso de peatones decido
parar, aunque de forma precipitada y Quique que no vio a tiempo el frenazo
acabó por el suelo.
Parecía que no había sido nada pues después de la frenada el
golpe ocurrió a muy baja velocidad pero enseguida se retorció de dolor, sin
darnos cuenta teníamos encima a una auxiliar de enfermería, una policía local y
un médico, salidos de entre la gente del pueblo, que atendieron a Quique
mientras avisaban a una ambulancia. Poco después llegó y lo llevaron al
Hospital de Sant Celoni donde por suerte le diagnosticaron solo una fisura en
la costilla y puede que una buena contractura muscular en el tórax.
Luego, el resto iniciamos el camino de retorno en bici
deshaciendo el recorrido inicial sin más consecuencias.
A mí me han salido 116 kilómetros en 5h. de pedaleo que han
servido para saber que nuestros límites aún quedan muy lejos, aunque algunos se
quejen. Hubiera sido un excelente día si las circunstancias hubieran sido
otras, pero siempre estamos expuestos a accidentes y hay que asumirlo y celebrarlo
si la consecuencia final es leve. Esperamos que la recuperación de Quique sea
corta y volverlo a tener entre nosotros pronto, que este año aún le quedan muchas
caídas por hacer aunque deseamos que sean sin ambulancia de por medio.
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