Una vez más me atreví a realizar la Pedals de Foc Non Stop.
El pasado año no la pude disfrutar como quería por una avería mecánica que me
llevó de cabeza desde los inicios de la prueba y quería volver para hacerla sin
ese estrés que me invadió el año pasado.
Este ha sido un año complicado, he podido entrenar menos, no
tenía la misma motivación que el año anterior, he tenido problemas musculares
en mis cuádriceps y hasta hace un par de semanas no lo veía muy claro, pero
finalmente todo salió bien pudiendo disfrutar de este duro pero excelente
recorrido a placer, sufriendo, con algún contratiempo, pero con la satisfacción
de llegar a Vielha de nuevo con 212 Km, 6.250 metros de desnivel positivo en 17
horas clavadas (bueno para ser exactos, 16:59.40).
En la cima del Triador |
No empezó muy bien el día, me situé entre los primeros en la
salida y a las 5h en punto, noche cerrada y poco frío, partimos remontando
paralelos al río Nere que tiene unas fuertes pendientes sobre hormigón. El
ritmo del grupo me pareció de inicio muy alto y me entraron todos los males,
las piernas no funcionaban y dolían, pulsaciones por las nubes, empecé a toser
hasta tener que parar, algo no iba bien, así que dejé pasar al grueso del
pelotón y reanudé la marcha con calma, poco a poco empecé a sentir mejores
sensaciones, al entrar al túnel de Vielha ya iba cogiendo ritmo y poco a poco
fui adelantando hasta una veintena de participantes, a partir de allí todo
fueron sensaciones reconocibles y positivas.
No voy a desmenuzar el recorrido, tenéis mi crónica del añopasado donde conté con pelos y señales cada uno de los puertos, aunque es
curioso que aquello que conté entonces hoy lo contaría de forma distinta.
Subidas que catalogué como asequibles ayer eran rampotes y en ocasiones al
revés. No tengo explicación razonable a esta divergencia de sensaciones.
Paré en todos los avituallamientos y los aproveché bien, pastel
de manzana, frutos secos, bocadillos, cocacolas y hasta 8 litros de agua llegué
a cargar. Este año cambiaron, por primera vez en sus 8 años de historia, el
recorrido, no ha sido un gran cambio, pero sí que tiene su enjundia pues los
cambios han sido para endurecerla un poco más con algún tramo técnico, largo y
peligroso, sendas con largas subidas imposibles de hacerlas completas sobre la
bici y un largo sendero denominado “camí del aigua” donde el 50%
inevitablemente era empujando la bici.
Me marqué pequeñas metas, siempre teniendo en cuenta los
tiempos de paso que realicé el año pasado con el objetivo de hacer un tiempo
parecido (17:20h) sabiendo que ayer no tenía el mismo estado de forma pero que
la avería mecánica me había retrasado bastante. Las horas iban pasando a buen
ritmo y mis piernas funcionaban bien, en mi cabeza todo eran ideas positivas.
Llegué a la cima del Triador a las 15:40, veinte minutos más tarde que el año
anterior. En la subida me quedé sin agua y rellené los bidones de un salto de
agua que había por el camino, esa agua fría me dio vida.
Empiezo a bajar rápido por una pista muy pedregosa y al cabo
de un par de kilómetros donde se que hay un giro miro el GPS y sorpresa! No tengo
GPS!. Deshago el camino de subida buscando por la pista y sus márgenes y preguntado
a los pocos que bajaban hasta que lo encuentro casi en la cima del Triador con
la sorpresa que el cristal se ha roto y al ser táctil no puedo poner la
pantalla del track, solo veo la hora, kilómetros recorridos, altitud y resto de
información, así que decido seguir mi instinto, recordando el camino del año
anterior con la esperanza de encontrar a alguien que me guíe si es que no lo
veo claro.
Con un poco de rabia, sabiendo que eso me puede retrasar,
que de hecho ya lo ha hecho y ya llevaba 20 minutos de desventaja respecto de
lo que quería hacer reemprendo la marcha a todo trapo, tengo 16 km de un
paisaje espléndido por una zona muy rodadora donde puedo ganar tiempo, aquí si
estás bien vuelas, si está mal te hundes en la miseria pues hay mucho falso
llano traicionero. Poco antes de empezar la larga bajada hasta Espot, que está en
el km 150, le pregunto a uno si le puedo acompañar pues recuerdo que aquí me
perdí en un par de desvíos la vez anterior. Lo que no sabía es que aquel tío
era un kamikace, en mi vida había bajado tan rápido por pistas de esquí
pedregosas con trampas en forma de reguerones. Por suerte la cosa acaba bien y
llego a Espot a las 15:20, una vez más 20 minutos por encima del año anterior.
Saludo a mi mujer que me esperaba en ese avituallamiento
pero no estoy más de 5 minutos pues parte un grupo de 8 y pueden ser mi
salvación para no perderme. La jugada me sale bien, tienen un buen ritmo, es
gente muy maja, a veces me cuesta no descolgarme pero en otras soy yo el que
puede ir con algo de más calma e incluso tirando del grupo. Aquí recupero
tiempo pues es una zona y un momento del día donde después de tantos kilómetros
y tantas horas si uno va solo tiende a relajar el ritmo mientras que ayer el
grupo no me permitía muchas distracciones. Pasamos el último avituallamiento en
Montgarri y algo fundido realizamos los últimos kilómetros de ascensión donde
ya todo pesa y siento la fatiga con toda su crudeza, me bajo de la bici, veo al
grupo que se va, en cierto modo me da igual, pero levanto la cabeza, me subo a
la bici y no se con que fuerzas pero como si no estuviera cansado alcanzo al
grupo y lo adelanto.
Al llegar al Pla de Beret las nubes han ido ganando terreno
y justo enfrente, al otro lado del valle de Arán, vemos unos nubarrones que
están a nuestra altitud y que bajan rápidamente hacia Vielha, entre medio un
sinfín de rayos que asustan, un espectáculo. La bajada es larga pero con la
satisfacción que aquello está llegando felizmente a su fin da tiempo a ir
saboreando lo que queda del día, poco a poco oscurece y a 5 km. de la llegada
me alcanza la tormenta, me pongo el impermeable pero parece que la tormenta es más
aparatosa que otra cosa. Llego a meta sin las fuertes emociones del año pasado
pero con una gran sensación de satisfacción habiendo además conseguido mi
objetivo de tiempo.
Poco a poco recupero el pulso de la normalidad, recojo el
preciado maillot de finisher, y el culote que este año también regalaban y en
un estado de higiene deplorable casi me tengo que meter con ropa en la ducha.
Son muchos kilómetros de polvo, barro, muchos ríos y riachuelos cruzados,
muchas horas de pensar en tantas cosas.
Después de la ducha fui al bar a por una cerveza, encendí el
móvil y me puse al día de todos los mensajes, muchos eran de ánimo, respondí de
forma pausada, como si la prisa ya fuera para otros. Después de cenar, un buen
whisky de celebración me acabó de convencer que la cama era mi mejor aliado en
ese momento, dormí solo 6 horas y me levanté como si nada, sin dolores ni
molestias, creo que vuelvo a tener 20 años o es que el agua que me bebí en el
Triador tiene propiedades milagrosas.
Hoy domingo por la mañana he cumplido con el protocolo de la
Pedals de Foc, nos hemos reunido en la meta para recibir a los que hacían Plata
(en dos días), ver la entrega de premios, repasar la clasificación y comentar
con los amigos y conocidos nuestras batallitas. Allí me he encontrado con uno
de los que hacen que este tipo de pruebas sean míticas para nosotros, mucho más
que los Pro’s, como Llibert Mill, otra vez primero con un nuevo record. Hablo
de Josep Domenech, un amigo que llegó a la 1:45 de la madrugada! Fundido, pero
llegó.
Hoy había un participante enfadado, ayer abandonó y
comentaba con su mujer que no le querían vender el maillot de finisher ni
pagando el doble de lo que le pidieran. Y es que el portador de ese maillot
tiene que ser genuino, no valen sucedáneos, no está en venta. Como Josep que fue
los primeros 110 Km con la rueda trasera frenada sin saber el motivo hasta que se
lo pudo solucionar el mecánico en el control de Espui, luego lo dio todo para
pasar el corte de las 19h en Espot y poder hacer la Non Stop en categoría Oro,
llegó por los pelos, luego se le atragantaron los 70 Km restantes pero llegó y
consiguió su maillot, que no es nada, un pedazo de tela y que solo tiene ese valor
simbólico que le queremos dar, pero que es algo material que representa el
esfuerzo, el tesón, la ilusión por alcanzar un sueño, por eso Josep tiene el
maillot y el otro deberá volver el próximo año si lo quiere.
Ya sé que esta interpretación es muy relativa. Los más
acostumbrados a esfuerzos de este tipo, los más experimentados, le han perdido
el miedo y la magia a un hecho como terminar una prueba ciclista, pero a los
novatos como yo, que después de 25 años de no hacer deporte, fumar como
cosacos, trabajar 14 horas diarias, con una rutina completamente sedentaria, se
replantean el orden de los valores y rehacen su vida con el deporte como hilo
conductor bien entrados en los 40, este tipo de “hazañas” son superlativas,
pero como dice mi amigo Manolito no por ello somos grandes, ni cracks, ni megacracks,
no hacen falta adjetivos “jabonosos” solo somos personas normales que se
apasionan por algo, sueñan y persiguen sus ilusiones, encima de una bici o
donde sea necesario y a poder ser compartiendo las aventuras con amigos.